Si algo nos ido quitando la globalización y su consecuente acceso a lo que pasa en el resto del mundo es la capacidad del ser humano de sorprenderse.
Cada vez resulta más cuesta arriba sorprender a los clientes y en especial a la gente, quienes sientes que lo han visto todo y que ya nada los entusiasma o que ninguna experiencia tiene la capacidad de sacarles una sonrisa de forma espontánea.
Si pensamos en qué cosas nos hacen reír o al menos captan nuestra atención, veremos que son las más sencillas, libres, sin poses. Así resumo la campaña de Coca Cola: La máquina de la felicidad
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